Engañó o traicionó a los afiliados de su partido pues no hemos de olvidar que fue elegido presidente del PP habiendo derrotado a Soraya Sáenz de Santamaría justo por defender la postura contraria a la que expuso en la moción de censura.

También embaucó a los electores dado que en las campañas electorales en las que participó ya siendo presidente del partido seguía manteniendo la misma línea que en el congreso en el que resultó victorioso.

Añadió además en la citada moción  que él estaba en el centro y era equidistante del PSOE y de VOX, ardua cuestión, ya que en este momento el PSOE tiene unos aliados excesivamente disolventes y radicales, por decirlo suavemente. Pero dejando a un lado este peliagudo tema, en absoluto baladí, porque si uno se declara equidistante de los hunos y de los otros debe de abstenerse pues no se puede ser equidistante entre San León Magno y Atila y luego votar por los hunos. Y con ser muy peligroso Atila por su carácter de máquina de destruir, su peligro era físico y por lo tanto fácilmente detectable, mientras que el de los seguidores de Gramsci es más corrosivo porque siembra la confusión y el desconcierto mediante la manipulación del lenguaje, no llamando a las cosas por su nombre.

En unos breves instantes despilfarró una cantidad ingente de votos que si nuestro ordenamiento jurídico lo permitiera seguro que su partido acabaría incapacitándolo por prodigalidad.

No obstante tanta estulticia resulta excesiva incluso para un político, pues aunque carezcan de otras virtudes es innegable su habilidad en la escalada, así como su capacidad para obtener cargos públicos a fin de aprovecharse de ellos.

Por eso deberíamos reflexionar el por qué de su actuación. A primera vista parece que o bien actuó guiado por esos poderes supranacionales que se dice intentan manejar el mundo, al respecto no debemos olvidar su visita al club Bildelberg o por el contrario llegó a algún acuerdo con Sánchez para designar un consejo del poder judicial que les facilite la ayuda a los colegas de uno y otro bando acuciados por la justicia, sin desechar una presión directa de Bruselas.

No se trata de salvar al soldado Ryan sino a dos batallones de dos ejércitos distintos.

El Casado que parecía volver al PP de Alejo Vidal-Cuadras, Loyola del Palacio, Jaime Mayor Oreja, entre otros, parece en realidad querer continuar la vía social-demócrata de Rajoy.

Para esto, como dijo en un programa televisivo, Esperanza Aguirre, podíamos habernos quedado con Soraya o incluso tal vez mejor con el bolso.