Todo apunta a que El Assad no es un santo, ni siquiera un demócrata, ni aún un supuesto observante de los derechos humanos aunque no sabemos por qué eso preocupa tanto en el Occidente abortista.

         Es verdad que Trump es un defensor de la vida pero tanto las informaciones de cristianos sirios en medios de comunicación como las obtenidas por contactos directos, todos manifiestan que con El Assad los musulmanes iban a la mezquita, los judíos a la sinagoga y los cristianos a las iglesias de manera pacífica y aún estos últimos podían realizar procesiones sin ningún problema; las mujeres iban a la Universidad, podían tener nombres no árabes e incluso se vendían periódicos extranjeros.

         No podemos decir que EEUU tenga unas actuaciones especialmente brillantes en el tratamiento de los problemas del mundo islámico, así el Sha de Persia que distaba mucho de la perfección fue sustituido por algo mucho más pérfido como el régimen de los ayatollahs con la pasividad de Occidente, cuando no, con la connivencia, especialmente de Francia.

         Gadafi, altamente inconveniente, fue domesticado por Ronald Reagan y cuando estaba siendo moderadamente inconveniente, el cerebro privilegiado de Hillary Clinton tuvo la ocurrencia de sustituirlo por la primavera árabe, es decir, por el islamismo radical.

         Además el verdadero foco del islamismo radical, todo el mundo sabe que reside en Arabia Saudí y sin embargo EEUU lo considera un aliado.

         ¿Se está equivocando Trump como sus antecesores? ¿Se arriesga a poner en peligro sus aparentes buenas relaciones con Rusia? ¿Simplemente es una maniobra de diversión para descolocar a los que en el interior lo acusan de aproximación a Rusia?

         La actitud de EEUU con el islamismo radical, aunque tenga actuaciones aparentemente lógicas el conjunto de las mismas da que pensar. No sabemos si Trump supondrá el cambio en la política americana que aparentaba o por el contrario son ligeras variaciones sobre el mismo tema. Habrá que seguir esperando

         Por cierto, en una tertulia que tuvo lugar el mismo día del ataque norteamericano a Siria, un teniente-general del ejército español que parecía el mejor conocedor del tema, por otra parte cosa lógica, emitía unas opiniones hasta cierto punto discrepantes con los demás participantes, todos ellos de acuerdo en apoyar el ataque, como espectador tuve la sensación de que existía un intento de que hablara lo menos posible e incluso de ningunear sus opiniones.