Las persecuciones a la Iglesia no suponen ninguna novedad: a lo largo de la historia se han venido sucediendo. Hoy en día, seguimos en las mismas.  

 En los países mayoritariamente budistas – esa religión que en Occidente se ha vendido como la religión de la paz, la meditación y el buen rollito – se persigue a los cristianos, especialmente en Laos, Sri Lanka y en la antigua Birmania (hoy, Myanmar). Este último país está considerado por Departamento de Estado Norteamericano como uno de los seis peores estados del mundo en términos de persecución religiosa. Así que, mientras encuentran el nirvana y lo dejan de encontrar, esos monjes budistas tan majos y pacíficos se dedican a perseguir ferozmente a cuantos no comparten sus creencias, especialmente a los católicos. ¿Alguien tenía noticia de esta realidad que sufren nuestros hermanos católicos de Asia?  

 En la India, los hindúes persiguen a los católicos acusándonos de proselitismo. Les molesta que para los seguidores de Cristo no haya castas y todos los seres humanos sean considerados con la misma dignidad de los hijos de Dios. Y les molestan las obras caritativas y educativas que la Iglesia pone en marcha para ayudar a los más necesitados. Por ejemplo, el pasado mes de agosto, unos 60 extremitas hindúes y simpatizantes del Bharatiya Janata Party – un partido ultranacionalista que persigue con saña a los cristianos de La India – atacaron una escuela católica en el estado de Madhya Pradesh. ¿Alguien se ha enterado en España de noticias como esta?

   La persecución de la Iglesia por parte de los regímenes comunistas merece atención especial. China es, probablemente, uno de los Estados que persigue de manera más feroz a los Católicos. Hasta el punto de haber puesto en marcha una Iglesia oficial controlada por el Partido Comunista que nombra a sus propios obispos, al margen de la Iglesia Católica en la clandestinidad. Obispos encarcelados, sacerdotes arrestados y cristianos asesinados son el pan nuestro de cada día en la emergente China comunista. Mientras tanto, nuestros Estados Occidentales miran hacia otro lado y firman con China tratados comerciales preferentes.  

 Caso aparte es el de Corea del Norte. En realidad, allí son menos sutiles que en China. A los cristianos se les aplican juicios sumarísimos y se les fusila directamente o se les aplasta la cabeza con apisonadoras delante de multitudes. Y es que los comunistas norcoreanos son así y tienen ese tipo de diversiones que nos recuerdan vivamente a los emperadores romanos de las primeras persecuciones cristianas. En los últimos cincuenta años han desaparecido en Corea del Norte 300.000 cristianos.

  Cuba, Bolivia o Venezuela constituyen también ejemplo paradigmáticos del respeto que tienen los comunistas y sus secuaces hacia los católicos. Hugo Chávez se ha venido prodigando en insultos hacia los obispos venezolanos en los últimos tiempos. Por ejemplo, este mismo año el Gorila Rojo se refería al Arzobispo de Caracas, Cardenal Jorge Urosa, calificándolo como "troglodita", "vagabundo", "maleante", "embustero", "obispo indigno", entre otras lindezas. Y su ejemplo cunde en países como Bolivia, donde el líder indigenista Evo Morales ha calificado a la Iglesia como «símbolo vivo» del colonialismo europeo que debe desaparecer de Bolivia.  

 Y, ¿qué decir de la persecución de los cristianos en los países islámicos? El último suceso acaba de ocurrir el pasado 1 de noviembre en Bagdag. La capital de Irak vivió ese día el asalto de un grupo de Al Qaeda a la catedral católica mientras se estaba celebrando la santa misa. Resultado: 58 personas muertas, la mayoría mujeres y niños. Irán, Arabia Saudí, Afganistán y Somalia encabezan la lista de países en los que más se persigue a los cristianos (sólo superados por Corea del Norte). Pero otros como Argelia, Marruecos, Egipto o Turquía (que aspira a entrar en la Unión Europea) no les van a la zaga. En Arabia Saudí, por ejemplo, se prohíben todas las demás religiones distintas de la islámica. Un musulmán declarado ‘culpable’ de convertirse al Cristianismo puede enfrentarse a la pena de muerte por apostasía. Y cualquiera que conduce a un musulmán a Cristo se enfrenta a la cárcel, la expulsión o la ejecución. En todos los países musulmanes, la minoría cristiana se ve discriminada en todos los órdenes y los seguidores de Cristo son considerados ciudadanos de segunda.

  ¿Por qué no se cuentan y se denuncian estas situaciones? ¿Por qué no se abren los telediarios con estas noticias? ¿Por qué los diarios occidentales apenas recogen estas noticias? ¿Por qué los columnistas no se ocupan de la sangre derramada por tantos cristianos a lo largo y ancho de este mundo? ¿Por qué es más noticia que se hagan unas caricaturas de Mahoma en Dinamarca que el asesinato de católicos en Bagdag? ¿Por qué nadie hace nada para que de una vez por todas se respete la dignidad de todo ser humano en cualquier parte del mundo? ¿Cómo se puede impulsar una “alianza de civilizaciones” con estos bárbaros? ¿Cómo se puede seguir hablando de “multiculturalismo”, como si todas las “culturas” fueran equiparables? ¿Es lo mismo la civilización que la barbarie? ¿Por qué nuestros “intelectuales” se permiten toda clase de insultos a los católicos mientras callan como muertos ante el Islam? Les aseguro que la lista de preguntas que surgen ante lo expuesto podría ser interminable. Que cada uno busque sus respuestas. Pero tengamos todos los cristianos claro que perseguir a la Iglesia es perseguir al mismo Cristo.

         Pedro L. Llera Vázquez