Munilla ha mantenido un encuentro con los jóvenes en la Catedral del Buen Pastor de San Sebastián con motivo de la llegada a la ciudad de la Cruz de los Jóvenes, que permanecerá en Gipuzkoa hasta la semana que viene.  

  El Obispo ha recordado que esta Cruz lleva más de 26 años de peregrinación por el mundo siendo testigo de numerosos acontecimientos. En este sentido, ha recordado cómo cuando él era joven "el marxismo se presentaba ante la juventud como la ideología del futuro" teniendo como punto de partida "incuestionable" que "la religión es el opio del pueblo" y que "era necesario arrancar la fe religiosa del corazón del hombre, para que el mundo pudiese progresar".

   A continuación, ha relatado cómo cuando Juan Pablo II fue hecho Papa y cuando cayó el Muro de Berlín y se supo "que en Polonia se había intentado construir una ciudad sin Dios (Nowa Huta), contra la voluntad de los obreros, en la que se prohibía la construcción de iglesias". "Esta cruz fue testigo del derrumbamiento de la ideología marxista, y después que había pasado cuasi furtivamente al otro lado del telón de acero, terminó por cruzar la misma puerta de Brandeburgo", ha afirmado.  

  Munilla ha señalado que "la experiencia de la vida, a la luz del Evangelio, nos ha enseñado que no era verdad que la religión fuese el opio del pueblo", ya que éste "es el materialismo". "El materialismo es una droga que crea una adicción tan grande, que nos impide ser libres, e incluso, que nos impide conocer a Dios y hasta conocernos a nosotros mismos", ha sentenciado.  

  A su juicio, "la verdadera droga que impide ser libres y maduros es el materialismo" que, además, "esconde una gran mentira, que el hombre no es feliz con la mera satisfacción material de sus necesidades". "Cuando tenemos un corazón materialista, rápidamente aflora en nosotros la amargura y terminamos condenados a la infelicidad", ha aseverado.   

Por el contrario, ha sostenido que los pobres suelen dar "una auténtica lección de esperanza". Munilla ha calificado la Cruz de los Jóvenes como "signo de santa rebeldía y de insumisión frente al materialismo", así como símbolo "de la verdadera revolución, la que no fue capaz de hacer el marxismo, porque se asentaba en unas bases falsas, la que este mundo capitalista y materialista necesita urgentemente".  

  "La Cruz es la imagen de la revolución del amor, pero no de un amor romántico, sino de un amor crucificado, a imagen del de Cristo", ha apuntado.