Miercoles, 25 de junio de 2025
Considera que la "ira" está justificada y asegura a los franceses que no se ha olvidado de ellos
Macron declara el "estado de emergencia económica y social" tras las protestas de los chalecos amarillos
Macron ha comparecido en un mensaje a la nación tras reunirse durante cuatro horas con sus principales ministros, los sindicatos y la patronal para explorar una solución a las revueltas que comenzaron hace un mes contra la subida del impuesto sobre los combustibles y que han ido aumentando hasta reclamar cambios profundos en política y economía.
En sus primeras palabras ha querido condenar los disturbios que han dominado las protestas de los 'chalecos amarillos' --solo el pasado fin de semana hubo más de mil detenidos--. "Un estallido de la violencia es inadmisible (...) Ningún malestar justifica un ataque a un político, a un gendarme, a un comercio o a bienes públicos", ha afirmado.
El jefe de Estado ha atribuido parte de la violencia la "indulgencia" de la que se han beneficiado sus culpables por parte de "políticos irresponsables" y de "oportunistas" cuyo único objetivo sería "llevar a la República al desorden y la anarquía".
Frente a ello, ha hecho un llamamiento a recuperar la normalidad en todo el territorio nacional. "Cuando la violencia se desata, la libertad cesa. De ahora en adelante, la calma y el orden republicano deben reinar", ha señalado el mandatario francés.
Sin embargo, ha dicho, "no ignoro que hay ira (...) y me parece que es justa". Macron ha aludido a "los trabajadores que no llegan a final de mes y se levantan muy temprano y llegan muy tarde", a "la madre soltera que no tiene con quién dejar a sus hijos" y a "los jubilados enfadados que han contribuido durante toda su vida y ahora no pueden seguir adelante".
El inquilino del Palacio del Elíseo ha reconocido que "las personas más frágiles no tienen su reconocimiento en esta sociedad". Ha subrayado que "esto viene de lejos" --"son 40 años de problemas para los trabajadores"--, si bien "el problema es que nos hemos acostumbrado a ello".
En lo que a él respecta, ha admitido que en este año y medio su Gobierno "no ha sabido dar una respuesta rápida". "Y asumo mi responsabilidad", ha declarado. "Puede que les haya dado la sensación de que no estaban entre mis preocupaciones ni entre mis prioridades, de que no era mi problema", pero no es así, ha asegurado.
Macron ha anunciado un paquete de medidas de choque apelando directamente a su Gobierno y al Parlamento para que salgan adelante. Así, en 2019 el salario mínimo subirá cien euros mensuales "sin que le cueste nada a los empresarios"; el pago de las horas extra y de las primas de final de año quedarán libres de impuestos; y la subida impositiva prevista para el próximo año queda anulada para los pensionistas que cobren menos de 2.000 euros mensuales.
Al margen de estas medidas de "emergencia económica y social", ha considerado necesario alcanzar "un nuevo contrato" social para Francia y con este objetivo ha convocado a todos los agentes políticos, económicos y sociales a "una reflexión profunda, a un debate sin precedentes".
Macron ha abogado por "un equilibrio en la fiscalidad para permitir la justicia y la eficacia" del sistema. "Necesitamos que nuestras grandes empresas y nuestros ciudadanos con más posibilidades apoyen a los demás", ha sostenido.
Sin embargo, ha rehusado recuperar el impuesto sobre las grandes fortunas para no provocar una fuga de capitales, apostando en su lugar por fortalecer la lucha contra el fraude fiscal. En este sentido, ha indicado que las grandes empresas "tienen que pagar impuestos y tienen que hacerlo en Francia".
Ha apuntado igualmente a reformas del sistema de pensiones y del subsidio por desempleo, "con reglas más claras y más justas que recompensen a los trabajadores", y de la ley electoral, "para que se escuchen mejor las distintas opiniones", y a abordar los desafíos de la inmigración y el cambio climático.
El líder europeo se ha atrevido incluso a proponer una revisión de "la organización del Estado", "demasiado centralizado desde hace décadas" en París, cuestionando de esta forma una de las señas de identidad de Francia: el centralismo.
Macron se ha mostrado consciente de que son cambios importantes, pero ha esgrimido que Francia vive "un momento histórico". "No retomaremos el curso normal de nuestras vidas sin que hayamos entendido lo que ocurre, sin cambiar nada", ha afirmado.
Al mismo tiempo ha expresado su confianza en que desde la unidad, el respeto y el diálogo el país saldrá con éxito de esta catarsis. Macron se ha ofrecido a "coordinar" este esfuerzo nacional y ha anunciado que se reunirá con todos los alcaldes, los "interlocutores naturales" de la ciudadanía, "para sacar adelante este nuevo contrato con la nación".
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