El autor, -aunque haya sido por orden de Zp-  fue cómplice necesario, de una de las leyes más aberrantes desde el punto de vista legal del gobierno Zapatero, resulta que va a probar las "maravillas" de su invento.

Cuando se conoció el texto de la ley, una mayoría de juristas, no contaminados del virus progresista, se echaron las manos a la cabeza ante la vulneración de derechos que representaba la aprobación de una ley que creaba el delito de autor porque si el maltratador era un hombre su acción era tipificada como delito, en caso de ser una mujer la autora del mismo hecho, este se tipificaba como falta, es decir, elevaba a rango de ley la desigualdad ante la ley, cosa que vulneraba palmariamente la Constitución ¿Pero alguien podía esperar que un "problemilla menor" como ése iba a parar al "iluminado" Zp en su misión de fundar un "mundo feliz"?  Además ¿Puede asegurar alguien que nuestro inefable expresidente tenga más nociones de derecho que de economía?

Pero no era esta la única vulneración flagrante de derechos que se consagraba en esta ley. Si una mujer denunciaba a su pareja por malos tratos, bastaba con su simple denuncia para que el acusado fuera encarcelado, porque el peso de la prueba caía sobre el acusado y no sobre la acusadora con lo que borraban de un plumazo la presunción de inocencia.

Ante una situación de privilegio tan radical para las mujeres empezó a suceder lo que se podía esperar de la condición humana: que el receptor del privilegio lo haga valer e incluso abuse del mismo. De modo que comenzó a usarse como un arma en los procesos de divorcio, además si se demostraba que la denuncia era falsa -hasta ese punto se ha llegado-  no tenía consecuencias, así que todo eran ventajas para unas y atropellos para otros. Una magistrada que "osó" denunciar esta práctica fue prácticamente linchada por los medios de comunicación, feministas, progresistas y demás laya izquierdista.

Ahora resulta que es acusado de malos tratos el ministro que dirigió su redacción, es decir, que va a experimentar su propio invento, la vida suele proporcionar estas paradojas. El se declara inocente ¿Seguirá pensando que es justo la vulneración de sus derechos por el simple hecho de pertenecer al género masculino? Quizá comience a pensar que no mereció la pena seguir a Zapatero en sus delirios aunque fuera a cambio de un ministerio.

Lo que resulta ya un "pestiño" es la doble vara de medir de las feministas que arman un escándalo porque cualquier miembro de la derecha diga una banalidad como aquella frase de Miguel Angel Rodríguez sobre la puesta de largo de la Constitución y ahora apuesten por un silencio atronador sólo roto por apelaciones a la presunción de inocencia, precepto que la propia ley del señor ministro y presunto maltratador no le concede