Lunes, 29 de abril de 2024

Cartas desde mi celda

La evolución de un pueblo

El pueblo había crecido, alargándose a lo largo de la carretera como otros pueblos de la ribera y se había adornado con nuevas construcciones públicas, sobre todo culturales. Con todo, el edificio dominante seguía siendo la iglesia parroquial y su torre-campanario, solo que ahora no daba las horas, ni los cuartos. La habían despojado de los edificios accesorios y quedaba solo el cuerpo de piedra. La calle donde estaba ya no se llamaba de la Iglesia, sino que llevaba el nombre de un hijo del pueblo que había sido ministro con UCD y que, de joven, había sido de cursillos de cristiandad. La misa de las nueve y media ya no se decía en la parroquia sino en la capilla de las monjas, porque iba menos gente, a pesar de haber aumentado la población. Como en otros sitios, se cantaba durante la misa pero la que iba a leer no se arrodillaba ante el Santísimo. Las monjas ya no daban clase a las niñas sino que el colegio se había convertido en una residencia de monjas ancianas, por supuesto sin hábito.

Las calles que el último alcalde franquista había hecho de una gruesa capa de cemento seguían en buen estado, como también lo estaba el edificio de cantos rodados unidos por cal y arena que habían sido las escuelas, aunque ahora se dedicaba a otra cosa. Las nuevas escuelas de ladrillo y con juegos para niños estaban en lo que había sido la plaza del ganado, ya inútil porque los terneros y las vacas se compran en las cuadras y se transportan en camiones. El mercado, de origen medieval, seguía pujante los jueves y permite subsistir a las muchas tiendas que sigue habiendo en el pueblo, algunas con pocos cambios, otras renovadas completamente. Los pasteles seguían siendo riquísimos.

El mejor café del pueblo había sido partido en dos mediocres, y la librería que vendía material escolar había sido substituida por dos tiendas diferentes, una de libros y otra de material escolar y periódicos. No había logrado enterarse de cómo iba la industria local. Antes de irse él había varias tejeras, algunas constructoras  y una fábrica de harinas pero las tejeras no parecían tener mucha actividad . Lo que si vió fue un concesionario de coches, un supermercado de la cadena eroski y otro más pequeño de la cadena el Árbol. Seguían viniendo asturianos a veranear.

Las casas de los amigos de sus padres estaban todas cerradas. Le costaba identificarse con aquel pueblo que, por un tiempo, fue el suyo.


Comentarios

Por JM 2013-09-08 11:27:00

tocando a muerto para esta sociedad, no para la sociedad, ese es el matiz, entierren a sus muertos, mientras otros buscamos vida


Por aldeas ,pueblos ,villas y 2013-09-07 00:20:00

Tomás Moro, tuvo el final que sus actos merecen, entre otras cosas por haber quemado a mucha gente viva, motivo la religión y lo que esta representa cuando es fuerte y por tanto dispone de vidas y haciendas. El nazismo, comunismo ahora tambien el islam , ahora y antes se creen con derecho a disponer de la vida de aquellos que no son de su cuerda. El autor de " la evolución de un pueblo" este seudonimo seguramente le parece apropiado, supongo por lo de poeta o teologo, tal vez politico, puede por ser Lord Canciller de Enrique VIII, un rey que jamas cedio a las injerencias ni caprichos de los inquilinos del Vaticano. Que nostalgia por las iglesias y las gentes que en aquellos tiempos las llenaban, si una inmensa mayoria estaban alli en contra de su volutad, hoy seguramente pasaría lo mismo si volviese un reguimen afin a los curas, pasarian lista y aqullos que faltasen multa que te crio, no hace tanto tiempo que esto ocurria, era la España franquista donde los curan entre otras cosas mas mandaban, hoy andan como aquel que perdio la cartera, lo curioso de esto es que mucha gente que en aquel tiempo los sufrio y padecio ahora sientan nostalgia, hombre supongo yo que la unica nostalgia que nos puedan inspirar aquellos tiempos es que eramos jovenes o puede que unos mocosos y ahora somos unos carcamales, empezando por un servidor. Para algunas minorias como acaba su comentario JM, si la sociedad no es de su gusto, pues el ya cree oir las campañas tocando a muerto. En fin cada cual.......


Por JM 2013-08-29 21:22:00

Los pueblos en los que pasamos nuestra infancia no son los mismos. Las casas son mejores, las viejas tiendas que vendían desde el último número de "El Capitán Trueno" para los chicos o "Sisi" para las niñas a la lata de guisantes o de tomate, el jabón etc. han sido sustitudos por supermercados. El párroco ya no pasea por la plaza de la Iglesia, el sacristán no toca las campanas y los monaguillos han sido desterrados no sólo de la plaza de la iglesia también del templo, que permanece cerrado a cal y canto. Pero tampoco es la misma España, e incluso nosotros no somos los mismos, y no por el paso de la infancia a la madurez o la vejez. No somos los mismos, somos peores, estamos mejor ( estabamos mejor) en lo material, pero nuestro ser es peor. Así, nuestrospueblos y España es más triste, en las casas de nuestra infancia el fuego ardía alegremente, hoy la calefacción no puede calentar nuestro ánimo pues el verdadero calor no lo da ni los cerramientos hermtecidos, ni las calefacciones, ni las falsas luces de los supermercados y los "clubes", el verdadero calor lo da el Amor, y de eso todos andamos muy escasos. Por eso artículista, no tañen las campanas, que son alegres y nos llaman a la Comunión con el AMOR, no dan las horas ni los cuartos, no pueden, no tocan a misa, no se escucha el repique de campanas para el Angelus. Hemos cerrado nuestra Iglesias, hemos puesto trabas a la entrada en las mismas, en definitiva se quiere olvidar a Dios, por eso nosotros que como parte de la sociedad española lo hemos consentido, no somos los mismos, somos peores y nuestros pueblos son peores y nuestra España es peor, nos falta lo fundamental en la sociedad y a nivel personal, tener siempre presente el AMOR y a DIOS, por eso antes de lo toque alegre de la Resurreción, cuando oigamos tañir las campanas, será con el toque a difuntos, a muerto, por nuestros pueblos que no son los mismos, por nuestra España que es la misma, y por cada uno de nosotros que no somos los mismos, somos peores. Está sociedad sólo espera el toque de difuntos


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