LOS bárbaros siempre la han tomado con la Iglesia, qué le vamos a hacer. Bárbaros, pero no tontos, huelen al enemigo que oficiará sus funerales. Por otra parte, sabemos desde san Agustín que eso debe ser así para que el plan de la Providencia sobre la historia se cumpla. Ellos no lo saben, pero su rabia es tan necesaria para la obra de Dios como la oración del santo. El santo sí lo sabe y por eso alaba al Señor en todo momento, incluso en la hora del martirio.

Nuestro tiempo es el que es, también cuando agrede a la Iglesia. Nadie tema el ataque sutil que requiera de alguna inteligencia, para perpetrarlo y para sufrirlo. Se prefiere el taimado y nocturno, subrepticio y anónimo -como las cada vez más frecuentes violaciones de sagrarios-, o el disfrazado de otra cosa, de arte o algo así, como el de la exposición sacrílega de Pamplona. Lo último ha sido utilizar una ceremonia oficial con pretexto cultural para embestir a los cristianos y a toda persona de bien con una parodia vulgarísima y obscena del Padrenuestro, simpleza a la altura mental de los nenes que se afanan en buscar picardías, ayer en el diccionario, hoy en internet. Éste es el nivelito de la Barcelona de la Ada Colau, quien se habrá devanado los sesos para echar la pata a Carmena en su enconada rivalidad por el título de ayuntamiento más bestia y más canalla.

Rita Maestre, la concejala madrileña asaltacapillas, ojito derecho de su alcaldesa, no tuvo paciencia para esperar a estos felices tiempos de sacrilegios impunes y por ello se enfrenta hoy a un juicio que puede suponer, ¡oh, dolor!, su relevo en el cargo al que se aferra con tanta decisión como la que empleó en quitarse la ropa e irrumpir con otros mandrias en el oratorio de Somosaguas, vejando y arrollando a los allí presentes. Hay que disculparla, dice Elvira Lindo, porque su acción fue solo una muestra de la rebeldía de esta generación; y la secunda monseñor Osoro, siempre al loro, que diría un castizo, arzobispo de Madrid, porque, afirma con beatífico gesto, "todos hemos tenido dieciocho y diecinueve años". ¿Cómo no dejarse llevar por esta bendita ola de misericordia y mansedumbre? Bien empleado les está a los abogados acusadores de la dulce Rita el acoso que han estado sufriendo estos días por parte de los colegas podemitas, con asedio de su despacho y amenazas cotidianas. Más les valdría ir asaltando algo.