Protegiéndose de la lluvia con un chubasquero de plástico y ante miles de personas, el Sumo Pontífice se ha mostrado emocionado de encontrarse con los supervivientes del que fue el peor desastre natural de Filipinas, que dejó más de 6.300 muertos en noviembre de 2013.

   "Quiero deciros algo desde el corazón", ha afirmado ante la multitud antes de comenzar la misa que ha celebrado en Tacoblan. "Cuando vi desde Roma la catástrofe, sentí que tenía que estar aquí. Fue en esos días cuando decidí venir", ha asegurado el Papa.

   "Estoy aquí para estar con vosotros. Quizás un poco tarde, debo decirlo, pero estoy aquí", ha reconocido el Pontífice ante miles de personas que también se han protegido con chubasqueros de la intensa lluvia y viento que azota la ciudad costera de Tacoblan.

   El Papa ha afirmado "respetar los sentimientos" de aquellos que sintieron que habían sido abandonados por Dios cuando fueron golpeados por 'Haiyán', aunque les ha pedido que avancen en su fe. "Muchos de vosotros habéis preguntado al Señor, '¿por qué?' y a cada uno de vosotros el Señor os responde desde el corazón".

   "Muchos de vosotros habéis perdido todo. No sé que deciros pero el Señor sabe qué deciros", ha exclamado el Papa, que ha pedido a los asistentes guardar unos momentos de silencio en recuerdo a las víctimas y ha agradecido a todos aquellos que ayudaron a los supervivientes durante la tragedia.

   "Es lo que me viene al corazón, y perdonadme si no tengo más palabras para expresarlo", ha afirmado un emocionado Pontífice, que también tiene previsto reunirse con supervivientes en la ciudad de Palo, otra de las más afectadas por el tifón.

"FORTALEZA HEROICA"

   En su discurso en el palacio presidencial de Manila, el Papa ya mostró su admiración por la "fortaleza y resistencia heroicas" mostrada por el país. Durante su viaje mostrará su apoyo a los supervivientes, con los que también se encontrará en la ciudad de Palo, una de las zonas más afectadas.

   Más de 14,5 millones de personas se vieron afectadas por 'Haiyán', que golpeó a seis regiones y 44 provincias del país. El tifón alcanzó vientos de 250 kilómetros por hora y creó una tormenta de siete metros que arrasó todo a su paso.

   El Gobierno filipino estima que necesitará unos 170.000 millones de pesos (más de 4 millones de euros) para reconstruir las comunidades afectadas, incluyendo un dique de unos cuatro metros de altura a lo largo de 27 kilómetros de costa para evitar que se produzca un desastre similar.