Domingo, 29 de junio de 2025
Marine Le Pen cambiará de nombre el partido y suavizará algunas políticas para evitar el rechazo social y forjar alianzas
El Frente Nacional se reúne en Lille para relanzar sus aspiraciones políticas
El Frente Nacional para la Unidad Francesa surgió en 1972 como heredero político de un movimiento nacionalista y de extrema derecha, de la mano de Jean-Marie Le Pen. Su irrupción definitiva, sin embargo, no llegó hasta la década de los ochenta, ya con el fantasma del comunismo sobrevolando la escena internacional.
A lo largo de su historia, ha ido amoldándose a las circunstancias, pero el mensaje nacionalista ha seguido patente y le concedió su primer gran éxito electoral en el año 2002, cuando Le Pen logró colarse contra pronóstico en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. El estupor generalizado impulsó a Jacques Chirac hasta el 82 por ciento en la ronda definitiva, pero Francia asumió que el Frente Nacional no era una anécdota política.
En 2011, Jean-Marie Le Pen cedió el liderazgo a su heredera familiar y delfín político, Marine Le Pen, bajo cuya batuta el partido ha alcanzado nuevas cotas de apoyo popular. Tras el primer puesto en las elecciones europeas de 2014 y en la primera vuelta de las regionales de 2015, alcanzó su culmen en las presidenciales de 2017.
Marine Le Pen no logró la victoria en la primera ronda que le otorgaban la mayoría de los sondeos, pero se consolidó como alternativa a Emmanuel Macron y en la segunda vuelta rozó el 34 por ciento de los votos, casi el doble de lo obtenido por su padre 15 años atrás.
Pese a los datos sin precedentes, los comicios evidenciaron que el Frente Nacional parecía haber tocado techo en un sistema electoral, el francés, basado en las segundas rondas y en el que al menos hasta ahora ha funcionado 'de facto' las alianzas contra la ultraderecha.
Ni siquiera la desaparición del 'frente republicano' que en su día abanderaron el Partido Socialista y la Unión por un Movimiento Popular (UMP) --ahora Los Republicanos-- ha posibilitado el gran salto del Frente Nacional a puestos de responsabilidad clave.
El Frente Nacional llega a su cita de Lille con ansias de refundación, como ha dejado claro en estos últimos meses su actual líder. El partido ha remitido un cuestionario a sus 51.000 militantes al corriente de pago para preguntarles por el camino que deberían seguir a partir de ahora y 27.000 de ellos se han pronunciado sobre temas que van desde lo social a lo económico.
Entre las cuestiones a debate figura el cambio de nombre, tal como hizo en el anterior periodo electoral la UMP. Le Pen ha confirmado esta semana que una mayoría de quienes han respondido se han mostrado a favor de dicho cambio --un reciente sondeo habla del 59 por ciento--, pero por el momento reserva su propuesta para el discurso que pronunciará el domingo.
Le Pen, de 49 años, ha explicado que solo unas pocas personas conocen su idea, si bien ya ha dejado claro que el término "frente" tiene una connotación "militar" a la que prefiere pasar página. Sí ha querido descartar las propuestas de 'Los Patriotas' y 'Los Nacionales', como le han sugerido en estas últimas semanas destacados miembros de la formación.
La revisión de la marca cuenta con defensores como el líder de las juventudes del Frente Nacional, Davy Rodriguez, que aplaude la iniciativa para evitar "la reacción negativa automática" que suscita el partido frente a potenciales alianzas, y algunos detractores como el fundador de la formación, Jean-Marie Le Pen.
"Esta iniciativa es un suicidio. Lo sería para una empresa, por lo que obviamente también lo es en el caso de la política", sentenció el patriarca, de 89 años, en una reciente entrevista con la agencia de noticias Reuters. "Lleva años, décadas, construir un nombre político creíble. Querer cambiarlo es inexplicable", criticó.
Uno de los motivos que las bases apuntan para defender el cambio de nombre es precisamente soltar el lastre que supone a estas alturas Jean-Marie Le Pen, al que su hija no ha logrado apartar ni como dirigente honorario del partido ni como referente político del Frente Nacional a ojos de parte de la opinión pública gala.
La actual líder trató de desterrar a su padre por la sucesión de declaraciones polémicas, entre ellas unas en las que se refirió a las cámaras de gas nazis como un "detalle" histórico y que le costaron una multa de 30.000 euros. El patriarca, sin embargo, ha logrado que los tribunales le den la razón para seguir vinculado al partido e incluso ha amenazado con presentarse en el congreso de Lille.
Al margen de la nomenclatura, la cita de este fin de semana también está llamada a sentar las bases de las grandes líneas de actuación política que seguirá la formación ultraderechista durante los próximos años. Tal como han hecho otros movimientos similares de Europa, está previsto que el Frente Nacional suavice su postura sobre el euro.
"Mantendremos nuestros fundamentos, nuestra base: seguridad, inmigración", ha afirmado el portavoz del partido, Sébastien Chenu, que no obstante ya ha avanzado "nuevas caras". "Hemos cambiado nuestra línea sobre Europa, sobre el euro", ha añadido, consciente de que precisamente la vuelta al franco espanta el voto moderado.
El objetivo final sería sortear el actual aislamiento del Frente Nacional, incapaz de sellar una mínima alianza con los principales partidos. Entre los potenciales socios destaca ahora Nicolas Dupont-Aignan, que tras abandonar la UMP fundó su propio movimiento nacionalista y apoyó en 2017 las aspiraciones electorales de Marine Le Pen.
Apenas un 16 por ciento de los franceses creen que la líder del Frente Nacional sería una buena presidenta y uno de cada dos siguen identificándola como "la representante de la extrema derecha nacionalista", a pesar de los intentos del partido por suavizar su imagen, según un sondeo de Kantar-Sofres-Onepoint publicado esta semana por varios medios
A día de hoy, en un momento en el que los partidos tradicionales intentan recomponerse del huracán Macron, un 24 por ciento de los ciudadanos se identifica con las ideas defendidas por el Frente Nacional, siete puntos menos que hace un año, mientras que solo un 28 por ciento lo considera un partido capaz de gobernar Francia.
En cambio, tres de cada cuatro seguidores de la formación sostienen que es capaz de gobernar y, al menos de momento, Marine Le Pen sigue siendo la candidata preferida para seguir al mando. Un 86 por ciento de los simpatizantes quieren que vuelva a ser la candidata en futuras elecciones, al frente de un partido al que le resta ahora redifinir nombre y políticas.
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