Viernes, 20 de junio de 2025
Lacalle Pou, el rostro joven de la derecha uruguaya que podría acabar con la hegemonía del Frente Amplio
Daniel Martínez, el relevo de Vázquez y Mujica que busca dar 20 años de gobierno a la izquierda uruguaya
Daniel Martínez compite en las elecciones presidenciales que se celebran este domingo en Uruguay como candidato del Frente Amplio (FA), la coalición de izquierda que lleva 15 años en el poder gracias a los gobiernos de Tabaré Vázquez y José Mujica, por lo que tiene la misión de conseguir otros cinco más, algo que se antoja complicado.
Martínez cumplió los pronósticos para la primera vuelta y el 27 de octubre ganó (39 por ciento) pero no superó el umbral del 50 por ciento que le habría permitido proclamarse presidente electo, por lo que este domingo tendrá que medirse con Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional (PN), que fue el segundo más votado (28 por ciento).
En este mes escaso, Lacalle Pou ha confeccionado una alianza de centro-derecha con otros cuatro partidos --el Nacional, el Colorado, el Independiente, el De la Gente y Cabildo Abierto-- que le ha permitido escalar en los sondeos sobre intención de voto hasta el punto de que dan por segura su victoria en el balotaje.
Así las cosas, la tarea encomendada a Martínez por sus compañeros del Frente Amplio en las primarias celebradas a nivel nacional en todos los partidos políticos el pasado mes de junio deviene casi heroica.
Le pesa la mochila de quince años de gobierno del FA, diez con Vázquez y cinco con Mujica, en los que los uruguayos han pasado de la euforia reformista, tras los veinte años de gobierno de la derecha --entre el Partido Nacional y el Partido Colorado-- que siguieron a la dictadura cívico-militar (1973-1985), al hartazgo.
A ello se suma la falta de carisma, algo que le ha lastrado incluso en el seno del Frente Amplio. Martínez inició su militancia en el Partido Socialista a los 16 años pero no es uno de sus principales dirigentes, a diferencia de Vázquez, que sí capitaneó a los socialistas, y Mujica, líder del Movimiento de Participación Popular, el sector más grande del FA.
"No puede dejar de ser ingeniero", llegó a decir Mujica sobre Martínez en una reciente entrevista con BBC Mundo. "Si puede ser o no un nuevo liderazgo, eso se resuelve de abajo para arriba y nunca de arriba para abajo", añadió.
Pese a ello, se impuso en las primarias del FA descartando a los ministros Carolina Cosse y Mario Bergara y al dirigente comunista y sindicalista Óscar Andrade. "Con esta votación demostramos que el Frente Amplio tiene una increíble capacidad de generar cambios, transformaciones y tener renovación junto con unidad", destacó entonces.
Martínez, de 62 años, nació en una familia de clase media del barrio capitalino de Pocitos. Está casado con la profesora de inglés Laura Motta, miembro del Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública, cargo al que renunció por la campaña electoral, y es padre de tres hijas y "orgulloso" abuelo de siete nietos.
Empezó su carrera política en el Partido Socialista y reforzó su militancia izquierdista durante su etapa universitaria, lo que le llevó a fundar el sindicato de la empresa estatal Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (ANCAP) en el ocaso del régimen castrense.
Ejerció su profesión, ingeniero industrial, en el sector privado hasta que Vázquez le recuperó durante su primer mandato (2005-2010) como ministro de Energía. Poco después ganaría un escaño en el Senado y, posteriormente, la Alcaldía de Montevideo, puesto que lo encumbró.
"Su especialidad no es la dialéctica, sino la gestión y el compromiso concreto frente a los problemas, en eso es muy valioso", ha destacado Mujica.
Como edil de la capital uruguaya, saneó las cuentas públicas y puso el foco en el desarrollo tecnológico. De hecho, intentó crear un Silicon Valley en una antigua estación ferroviaria, aunque fue un gran fracaso.
Ahora, propone un plan nacional de ciencia, tecnología e innovación con el que quiere impulsar la educación técnica y generar 80.000 profesionales no universitarios al año para cubrir la demanda laboral. "Dos de cada tres niños nacidos ahora trabajarán en trabajos que actualmente no existen. Necesitamos adaptarnos al cambio", sostiene.
En materia de seguridad pública, uno de los temas centrales de la campaña electoral en un país donde la criminalidad se disparó un 46 por ciento el año pasado, ha prometido atacar la creciente inseguridad con videovigilancia y patrullas y al mismo tiempo reducir la población penitenciaria con políticas de reinserción social.
Además, ha prometido trabajar sobre "lo construido", sacando pecho por los quince años en los que el FA "distribuyó la riqueza y no la pobreza", frente a las "recetas fundamentalitas" de Lacalle Pou que, según advirtió en su cierre de campaña, "olvidan que el papel que tiene el Estado es el de ser la campana de los más débiles para brindar igualdad de oportunidades.
Sin embargo, el candidato oficialista, en un intento por desmarcarse de los errores cometidos por los gobiernos del Frente Amplio, también ha prometido poner la mira en "los importantes desafíos que tenemos por delante". "No perder lo bueno" y "hacerlo mejor" es su consigna.
Luis Lacalle Pou es la gran esperanza de la derecha uruguaya en las elecciones presidenciales que se celebran este domingo en la pequeña nación suramericana. Tiene la paradójica virtud de ser una cara conocida, como miembro de una familia de tradición política, y una figura refrescante por su juventud y la renovación que representa en el Partido Nacional (PN).
Lacalle Pou nació hace 46 años en una acomodada familia de Montevideo. Hijo único, estudió en un colegio y una universidad privada donde cursó Derecho, aunque nunca ejerció. Ahora vive igualmente en un lujoso barrio de la capital uruguaya con su mujer y sus dos hijos.
Bisnieto del histórico dirigente del Partido Nacional Luis Alberto de Herrera, que lo catapultó al poder, e hijo del ex presidente Luis Alberto Lacalle (1990-1995) y de la ex senadora Julia Pou, no podía más que dedicarse a la política.
Así, dos años después de terminar sus estudios universitarios se lanzó a la arena política siendo elegido como diputado nacional, cargo que revalidó dos veces, la última en 2010. Ha forjado toda su carrera en el Congreso.
En 2014, decidió dar un paso más y apostó por una candidatura presidencial. Tras imponerse en las elecciones primarias, pasó a segunda vuelta con una desventaja de 17 puntos porcentuales respecto al candidato del Frente Amplio (FA), Tabaré Vázquez, una diferencia que solo logró reducir a 13, dando la Presidencia al líder izquierdista.
Eso lo "mató", según reconoció en una entrevista concedida a 'El Observador'. Pasó meses "choqueado" y, finalmente, se repuso gracias a la intervención de su mujer, Lorena Ponce de León. "Andá a hacer el bolso y empezá a recorrer (el país), que eso es lo que más te gusta", le dijo ella, de acuerdo con el libro autobiográfico 'Un rebelde camino a la Presidencia'.
Lacalle Pou tentó de nuevo a las urnas en la primera vuelta del pasado 27 de octubre, en la que quedó segundo, con un 28 por ciento de los votos, por detrás de Daniel Martínez, el candidato presidencial del Frente Amplio (FA), la coalición izquierdista que gobierna la nación suramericana desde hace quince años.
No obstante, esta derrota le supo a victoria porque lo colocó en una segunda vuelta que, de acuerdo con todos los sondeos sobre intención de voto, ganará cómodamente con entre un 49 y un 51 por ciento.
Su privilegiada posición radica en el apoyo que ha recabado de los demás partidos opositores --Colorado, Independiente, el De la Gente y Cabildo Abierto--, a los que ha aunado en una alianza de centro-derecha inédita en Uruguay.
Su punto débil es, precisamente, su bagaje familiar. En un país donde cerca de un ocho por ciento vive bajo el umbral de la pobreza y donde la desigualdad se sitúa en torno al 0,4, siendo cero el nivel máximo de igualdad, su noble cuna se ha convertido en objeto del debate político. "No conoce la vida diaria de la mayoría de los uruguayos", le ha reprochado la ministra de Educación, María Julia Muñoz.
Él nunca ha sufrido penurias, admite Lacalle Pou en dicho libro, pero su familia "siempre estuvo cerca de los que pasaban hambre o de los que no tenían un techo". "Sentirlo en carne propia es distinto, pero creer que solo quien lo pasó puede entenderlo y actuar sobre ello es como decir que un oncólogo tiene que padecer cáncer para curar a un enfermo", esgrime.
El aspirante 'nacional' carga con otra etiqueta. Ha hecho bandera de la austeridad en las finanzas públicas. Pretende imponer una "regla fiscal" que impida al Gobierno, sea cual sea, "gastar más de lo que tiene y de lo que debe". En su opinión, el Estado uruguayo es "costoso e ineficiente". Por ello, se le ha comparado con el presidente argentino, Mauricio Macri.
Lo que no hace tanto habría supuesto un halago, dado que Macri llegó al Gobierno con la promesa de acabar con la "fiesta" del 'kirchnerismo' y enderezar la economía, se ha tornado en crítica porque esto último se le ha resistido y Argentina sufre la enésima crisis. La factura le llegó el mismo 27 de octubre con una derrota electoral que el 10 de diciembre le sacará de la Casa Rosada.
Macri "pintaba todo fácil y, lamentablemente, ya sabemos lo que pasó: que, la verdad, fue un desastre", dijo Martínez en un debate electoral. Lacalle Pou le contestó diciendo que no cometería el "error" de comparar al Frente Amplio con el también denostado 'kirchnerismo'. "Es una falta de respeto a la opinión pública", afirmó.
En su haber cuenta con la popularidad y solvencia política de su familia y, al mismo tiempo, con el hecho de ser el candidato presidencial más joven de la historia del país, un soplo de aire fresco justo cuando los uruguayos parecen buscar alternativas al Frente Amplio.
Lacalle Pou, que en primera vuelta se enfrentaba a cuatro sexagenarios, incluido Martínez, de 62 años, ha sabido explotar este factor diferencial luciendo una imagen juvenil con vaqueros y camisas, lejos del político tradicional de traje y corbata.
Sin embargo, la mera novedad no fue suficiente en los anteriores comicios, por lo que ahora trae bajo el brazo un "plan urgente de austeridad" y medidas de seguridad para contrarrestar el alto coste de la vida y la creciente criminalidad, dos de las cuestiones que más preocupan a los votantes.
La propuesta inicial de Lacalle Pou se ha visto matizada por el acuerdo programático --Compromiso País-- que ha tenido que firmar con los otros partidos de la "coalición multicolor".
A petición del ultraderechista Cabildo Abierto, liderado por el general Guido Manini Ríos, se creará una cárcel de máxima seguridad y se mejorará el sueldo a los uniformados, mientras que el ala moderada de la "coalición multicolor" ha logrado mantener la agenda social para los grupos "históricamente perjudicados". Además, habrá una ofensiva contra la corrupción que incluirá una auditoría de la administración pública.
Lacalle Pou ha garantizado que este gabinete multipartidista responderá plenamente al "mensaje" que recibió el 27 de octubre. "La verdad única" del Frente Amplio dará paso a "un Gobierno de muchas verdades" en el que la diversidad no será un mero "discurso", sino "la práctica diaria", ha prometido.
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