Sabado, 20 de abril de 2024

Sobre trump

POLITICAMENTE INCORRECTO 

Voy a ejercer el derecho constitucional que parece haber sido otorgado a todos los españoles para pronunciarnos críticamente sobre las elecciones norteamericanas, esas elecciones que, contra casi todo pronóstico y casi contra toda corrección política, han aupado a la presidencia de la nación más poderosa de la tierra a un personaje inédito a tal nivel por aquellos lares. Un personaje que ha dado, que está dando y que dará mucho que hablar, que pontificar, que blasfemar, que temblar y " ojala- que disfrutar, también, y hasta donde sea posible, de una nueva forma radical y expeditiva de hacer política políticamente incorrecta, y ? de pasar a la Historia (etimológicamente su nombre de pila viene a ser una versión sajona del julioverniano "Amo del mundo", lo que unos podrán ver como profecía " atento Francisco - y otros como amenaza " sucursales de la Internacional: ¡ a las armas ! -).
         Con el rodaje ya en marcha, esperemos que el interfecto nos muestre definitivamente si su papel va a ser el de Clint Eastwood, el de Lee van Cliff, el de Elli Wallach, o, simplemente, el de Donald Trump, el "liquidador del legado progresista de Barack Hussein Obama" a decir de los cánones DOI (Doctrina Oficial Imperante). Entre tanto, no voy a ser el único paisano que deje de exponer para la estadística su imprescindible opinión al respecto: ¡Donnie, sigue leyendu y vaste enterar, ho!
         Como sugieren decir los manuales de estilo, este acontecimiento planetario suscita en mí un Orinoco de reacciones encontradas.
          Por un lado, para alguien como un servidor, que tiempo ha se dejó seducir por el espejismo de un JFK en Camelot, un tipo extrovertido y basto como Trump resulta muy poco empático y bastante repelente, a bote pronto, por el contraste entre la concreción simplista de su pensamiento y la claridad de su discurso (se le entiende casi todo), y lo romo, bravucón y ocasionalmente brutal de sus "ostentóreos" modos y maneras.
          Por otro lado, en esta España nuestra, con ese mix de incompetentes e iluminados que hay a diestra y siniestra en la política nacional, y no digamos en las taifas autonómicas, con tantos complejos (y tantas evidencias) de inferioridad, poca autoridad tenemos nosotros para dar lecciones a los gringos.  Además, el respeto y aprecio que puede merecernos el criterio de esa brigada tan alarmista, tan intransigente y tan beligerante con los tics de la ultraderecha, pero tan sintónica con las hazañas  de la extrema izquierda, el crédito que puede merecer esa gente que abomina de Reagans, Tatcheres y Trumps y que babea con Maduros, Castros y Kinjons, es proporcional a su inconsistencia y maniqueísmo. Con esa casta progre en la que el americano ha provocado tan mala leche, tanto corte de digestión, disentería ferina, arcadas mozárabes y vómitos biliosos -con osada y desproporcionada pretensión de hacer blanco sobre el blanco del ala oeste-, no poco nos lleva a no pocos a disfrutar del espectáculo pre-histérico que están montando, aprovechando,  con el resto de los chicos malos, para tararearles los acordes del rabia-rabiña.
           Pero hay también un tercer afluente del orinoco, que no sé si sirve para aportar sentimientos depresivos u optimistas al asunto. Y es que, acostumbrados a admirar a esos países hechos y derechos, serios, respetables y con peso específico, que nos sirven tantas veces de modelo envidiable y envidiado cuando constatamos, un día sí y otro también, las miserias de nuestra cotidianeidad, el espectáculo anti Trump es todo un síntoma de que algo está pasando en el mundo, Norteamérica incluida. Y  no sé si contribuye a alegrarme tontamente la evidencia de un mal de muchos o a deprimirme para los restos el olfatear que la epidemia es sistémica, que está calando y que puede ir para hondo y para largo.  Me estoy refiriendo a esas inéditas llamadas al amotinamiento por parte de ganadores antes de serlo y de perdedores del establishment  antes de creérselo; a esos discursos incendiarios de que quienes, por sus antecedentes, estarían más guapos/as/es y elocuentes/as/os callados/es/as. A esas demostraciones arrogantes, ensimismadas y antidemocráticas de insumisión y rebeldía. A esas irresponsables llamadas a la algarada y a la violencia, a ese "espontáneo" cercar sedes (¿les suena?). A esos perversos guiños al magnicidio. A ese insulto y ridiculización del rival y a esa descalificación prepotente y maniquea de sus ideas y  más del derecho a su discurso que del discurso en sí. Y sobre todo, a esa secuestrada y asumida impostación de superioridad moral que permite a las nuevas gestapos deslegitimar al contrario y atribuirse la disponibilidad para ejercer sine die un comisariado de tutela ideológica y comportamental sobre todo lo que se mueve.
            La cosa tá mu mal.
           O no; pero por si acaso?May God forgive and bless America. May God forgive and bless us.
            Amén


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